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La Rutina del Debate

Paso 1. Descubrir las creencias irracionales

 

El primer paso de la rutina del debate consiste, entonces, en analizar el malestar emocional diario y detectar qué creencias irracionales lo provocan. Por ejemplo: «Me he enfurecido porque me he dicho a mí mismo que es terrible que mi jefe me haya reprendido en público sin razón». O «Me he puesto muy triste al pasar solo el fin de semana porque me he dicho a mí mismo que necesito tener amigos para estar bien».

 

Paso 2. Combatir las creencias irracionales

 

Una vez descubiertas las ideas irracionales, el siguiente paso consiste en combatirlas para demostrarnos a nosotros mismos su falsedad. Existen multitud de argumentos para hacerlo y todos nos demuestran que esas ideas son exageradas. ¡Cuantos más argumentos en contra hallemos, mejor! El objetivo final (en el tercer paso) será generar una nueva creencia más funcional y equilibrada. Para combatir las creencias irracionales, podemos emplear diferentes estrategias: El argumento comparativo: «¿Existen otras personas que son felices en la misma situación?»El argumento de las posibilidades: «Aun con esta adversidad, ¿podría llevar a cabo objetivos interesantes por mí y por los demás?»

 

Paso 3. Establecer la creencia racional

 

Por último, en esta tercera fase estableceremos la creencia racional que sustituirá a la idea irracional. Nuestro objetivo será creer en ella tan profundamente como podamos. Para ello, hemos buscado todos los argumentos a nuestro alcance en el paso 2. La creencia racional es una frase constructiva y que produce sosiego. Esta creencia es antiterribilizadora. Es la creencia de una persona madura y fuerte. Las creencias racionales suelen ser del tipo: «Me gustaría tener novia, pero si finalmente no la tengo, aún podré llevar a cabo muchas cosas valiosas por mí y por los demás, y aun así podré ser feliz. Si nunca llego a tener pareja, me perderé algo interesante, pero la vida ofrece muchas más oportunidades de tener una existencia feliz».

 

Si llegamos a creer —profundamente— estas ideas racionales, las emociones nos acompañarán inmediatamente. Eso significa que dejaremos atrás la ansiedad y la depresión, suceda lo que suceda en nuestra vida. Eso no significa, claro está, que no suframos de nervios o de tristeza cuando nos sucedan hechos negativos. Eliminar las emociones por completo sería imposible y desaconsejable. Es totalmente natural tener cierto nivel de emociones negativas. Pero tener una mente racional sí nos permitirá decir adiós —prácticamente para siempre— al malestar emocional desbordante e invalidante.

 

En este capítulo hemos aprendido que:
1. Uno de los principales métodos para adquirir una mejor filosofía vital es revisar cada día cómo pensamos.
2. Este análisis conlleva: detectar las creencias irracionales, combatirlas con argumentos y desarrollar nuevas creencias racionales.
3. Esta transformación hay que apoyarla en argumentos; no en simple pensamiento positivo.
4. La clave de este trabajo es perseverar.


 

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